Codiseño, oportunidades para la creación colectiva
Por Gisela Herrero García
En las décadas más recientes se aprecia un mayor acercamiento del diseñador a los futuros usuarios y un cambio en los modelos de investigación aplicados al proceso de diseño, con el objetivo de definir las cualidades del producto/servicio en función de las necesidades reales de las personas. Sin embargo, en muchos casos este enfoque se ha basado en la aplicación de un diseño desde la perspectiva del experto, el cual observa y encuesta a un usuario mayormente pasivo.
Dentro de este panorama, en el área del diseño participativo han surgido las nociones de cocreación y codiseño, que en ocasiones se emplean como sinónimos, sin que hasta el momento haya una definición clara.
Los autores Elizabeth Sanders y Peter Jan Stappers aluden al término cocreación como cualquier acto de creatividad colectiva, que puede variar desde lo físicomaterial hasta lo metafísico y espiritual. Por el contrario, el codiseño se refiere a la creatividad colectiva en el proceso de diseño, y se relaciona con una perspectiva más amplia en la que los diseñadores y la gente no entrenada en diseño trabajan juntos en el desarrollo de un producto, servicio o espacio.1
Realmente la práctica de la creatividad colectiva data de hace cerca de 40 años, bajo la denominación de diseño participativo, que se inicia en Europa a finales de la década de los 70 —en países como Noruega, Suecia y Dinamarca—, involucrando a los trabajadores en el desarrollo de nuevos sistemas y el diseño de puestos de trabajo.
Esta perspectiva motivó una transformación en los roles de investigadores, diseñadores y usuarios. Un nuevo enfoque donde el concepto de diseño centrado en el usuario se mueve hacia un modelo participativo, tendiente sobre todo al logro de un modo de vida más sustentable.
¿Qué es el codiseño?
Consiste en el proceso durante el cual los usuarios finales cooperan, desde las fases iniciales de un proyecto, con los profesionales de diferentes áreas del conocimiento para lograr soluciones conjuntas y resultados más sensibles y adecuados a sus necesidades reales.
El codiseño abre nuevas oportunidades, al generar espacios que tienden a la eliminación de las brechas comunicacionales, y que permiten dialogar con un sentido transversal y diseñar para cada contexto y situación específica. En este intercambio, el diseñador es clave como moderador que facilite la comprensión y ecualice los requerimientos de cada grupo.
Las implicaciones de tal enfoque transforman el acto creativo en una experiencia interdisciplinaria, donde cada quien tiene un rol, independientemente de su extracción social o nivel cultural. Además, posibilita la detección de las necesidades, deseos, preferencias y expectativas del usuario en función de sus valores ideológicos, éticos y estéticos, incorporando diversidad de opiniones.
Las etapas del proceso cambian según la duración y complejidad del proyecto, que puede variar desde el llamado sprint de diseño (rapid transit), el diseño de transición y los proyectos de alta complejidad. No obstante, varios autores coinciden en que se puede estructurar en las siguientes fases: planificación, convocatoria a los participantes, familiarización de los grupos de trabajo, identificación de las necesidades, diseño, validación, implementación de los resultados, medición de las experiencias y evaluación final.
Aplicación en la arquitectura y el urbanismo
El codiseño es aplicable a una amplia gama de proyectos, desde diseño de productos y software, diseño de comunicación visual en sus diferentes esferas de actuación, hasta la arquitectura y el urbanismo. Como resultado de su aplicación se favorecen futuras experiencias de las personas y las comunidades, que hoy están más interconectadas gracias al desarrollo alcanzado por las tecnologías de la información y las comunicaciones. De tal suerte, el contexto deviene entidad en constante modificación, que integra diversidad cultural, ambiental, social y económica.
“El codiseño es aplicable a la arquitectura y el urbanismo, el diseño de productos y software, y el diseño de comunicación visual.”
Como destaca Raquel Pelta en su artículo “Diseñar con la gente”, el mundo ha cambiado mucho en la última década, gracias al avance de las nuevas tecnologías, y esto ha afectado también la manera de diseñar: “Para empezar, un buen número de profesionales está convencido de que hay que diseñar, no ya para la gente, sino con la gente… la complejidad de las situaciones a las que hay que enfrentarse en nuestros días obliga a integrarse en equipos, a colaborar con otros profesionales, a ser sensibles al contexto y a no perder de vista cuáles son las consecuencias de cualquier acto de diseño”.3
A partir de la puesta en práctica del codiseño, es posible el desarrollo de equipamiento, mobiliario urbano, entornos y lugares de ocio para la relajación y la contemplación, que constituyen un apoyo a la vida de los ciudadanos en dependencia de sus demandas.
La participación de los usuarios en el diseño de los espacios urbanos ha de tomar en cuenta los criterios de grupos claves. Entre ellos, son importantes la mujer, con su creciente inserción en la sociedad y la economía; los adultos mayores, en función de la tendencia al envejecimiento poblacional como resultado del incremento de la expectativa de vida, y las personas con determinadas discapacidades, que demandan un contexto urbano más amigable e inclusivo.
Para garantizar que la participación sea significativa y contribuya a mejorar la planificación urbana, hay que cumplir una serie de condiciones mínimas. Son necesarios un sistema político y una base legal que promuevan la participación de la ciudadanía, y la definición de mecanismos que tributen a ese objetivo. El nivel local es considerado el espacio más adecuado para ello. Se reconoce al municipio como la segunda instancia más cercana al ciudadano y, por tanto, aquella en la cual el espacio de participación adquiere mayor importancia.
La ciudad es el resultado de la interacción social; son los ciudadanos quienes, a partir de sus acciones y experiencias, contribuyen a su transformación a nivel material e inmaterial. El papel de las redes sociales y las tecnologías de la información ha sido fundamental en este proceso, así como la puesta en práctica de medidas específicas para comunicar la acción pública.
En tal sentido, la propuesta de Política Nacional de Diseño, en construcción, contempla acciones que se alinean con los propósitos de aplicar estos nuevos enfoques metodológicos para el desarrollo de proyectos verdaderamente sustentables y de impacto en nuestras comunidades. La visión de incluir en la formación de los ciudadanos, desde edades tempranas, aquellos elementos apreciativos del Diseño, sin duda contribuirá a tener personas más aptas para aportar valiosos criterios a los equipos multidisciplinarios.
Asimismo, la Política pone un énfasis particular en el desarrollo local y comunitario, a partir de los recursos propios, a tono con los presupuestos de la llamada economía circular; principalmente, buscando potenciar las industrias creativas y culturales, y enfocando las miradas hacia el logro de productos y servicios que pongan de relieve elementos identitarios. El intercambio entre las comunidades y los equipos de proyectos, desde la visión del codiseño como estrategia, será un elemento a favor de dichos propósitos.
Ya en marcha, se ha venido trabajando con los factores de los gobiernos locales y la comunidad en algunos proyectos en el municipio Plaza de la Revolución, en áreas que circundan a la Oficina Nacional de Diseño (ONDi). La integración de profesionales de diferentes saberes y el empleo de las técnicas y métodos de la investigación social permiten augurar resultados palpables en el futuro. Tales abordajes se encuentran perfectamente alineados con el trabajo interdisciplinar que demanda la materialización de proyectos complejos, con la mirada puesta en la sustentibilidad y el impacto social, y conducidos por la innovación, a tono con las tendencias más actuales del contexto internacional y el modelo de desarrollo económico y social de nuestro país.
Es posible que, desde el punto de vista de innovación e incluso disrupción frente a lo establecido, el diseño colaborativo pueda resultar un freno. Generalmente los individuos, sobre todo cuando se encuentran en grupo, tienen tendencia a aceptar y defender ideas ya conocidas. Pero “con unas dinámicas adecuadas y con un gran esfuerzo por parte del diseñador que lidera el equipo, es posible crear un clima que estimule la creatividad de todos sus miembros”.⁴
“Este enfoque permite al usuario ser parte activa del proceso de desarrollo del proyecto, mediante la interacción con el equipo de diseño.”
La intervención de los ciudadanos en este proceso requiere esfuerzos de organización, capacitación, desarrollo de habilidades de diálogo y negociación, así como compartir esfuerzos y experiencias.
Para los profesionales, demanda un cambio en el modo de pensamiento en su rol de expertos. En el caso de los diseñadores, se ven obligados a orientarse a un conocimiento más profundo de la metodología de la investigación social y el empleo de los métodos y técnicas de la investigación empírica. Además, deben tener en cuenta los retos que presupone la conformación de una estructura compleja de saberes y comunicación con los profesionales de otras disciplinas. Por último, y no menos importante, asumir el rol de facilitadores del proceso de codiseño, cuyo objetivo es viabilizar una comunicación fluida y efectiva entre los participantes.
En Cuba, resulta evidente la voluntad política de alcanzar las transformaciones necesarias para mejorar la vida de los ciudadanos. Sin embargo, el logro de estos propósitos requerirá un arduo trabajo. Adoptar los conceptos referidos en el presente artículo será vital para que los resultados estén a la altura que demanda el país, mediante una integración coherente de saberes, bien orientada en torno a las necesidades de las personas, pero con las calidades de diseño que precisan nuestras ciudades y poblados, en respeto a sus valores culturales y patrimoniales. De alcanzar este empeño, tendremos ciudadanos empoderados, veladores y cuidadores del entorno, satisfechos y orgullosos de lo que, con nuestro aporte, habremos construido todos.
Notas
- Sanders, E. y Stappers, P. J.:“Cocreación y el nuevo panorama del diseño”, International Journal of CoCreation in Design and the Arts, vol. 4, 2008.
- Buvinic, P.: Diseño para diseñar. Manual de Codiseño para la creación colectiva de mejoras de equipamiento barrial, Chile, 2015.
- Pelta, R.:“Diseñar con la gente”, Temes de disseny, no. 24, 2007.
- Costa Gómez, T. y García Mateu, A.: “Transition design”: Investigación y diseño colaborativo para procesos de emancipación de ciudadanos, Revista de estudios globales y arte contemporáneo, vol. 3, no. 1, 2015.
Descargar Revista Cubana de Diseño La Tiza No. 11