19 julio, 2017

Diseñar Cuba

El diseño en Cuba encuentra espacios en diferentes sectores de la economía

Yisel Martínez García

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Campaña Diseño en todo sentido.

Se dice que todos los días interactuamos con más de 2 000 objetos. La cifra podría ser incluso mayor, pero mire a su alrededor. El diseño está en todas partes. Da valor a los productos, identidad, y busca hacer la vida más fácil.

«No hay manera de desarrollar un país si no se tiene en cuenta el diseño», asegura Gisela Herrero García, jefa de la Oficina Nacional de Diseño (ONDi). Según explica, esta actividad siempre ha estado presente en el país. Sin embargo, como todo proceso, el diseño en Cuba ha tenido sus buenos y malos momentos.

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Desfile de moda.

En el siglo XX, por ejemplo, la gráfica destacó dentro del panorama creativo. El cartel cubano alcanzó su época dorada y un reconocimiento tanto dentro como fuera del país. En la década del 80 se impulsó una política pública del diseño coherente con las necesidades de prosperidad y sostenibilidad en Cuba. Se crea la Ondi, y más tarde, el Instituto Superior de Diseño (Isdi) institución encargada de la formación de profesionales de este perfil.

Si bien la crisis económica de los años 90 puso en reposo todo lo que hasta el momento se había consolidado, el diseño logró verse como una herramienta para aliviar la situación y hacer de Cuba un país capaz de valerse de sus producciones.

Así, sectores como el farmacéutico y el turístico comenzaron a utilizar el diseño, y a recuperar una actividad profesional con una importante responsabilidad en el desarrollo.

«Los centros más importantes del polo científico, se hicieron punteros en las demandas de diseño gráfico. El uso de los espacios, el vestuario del personal de trabajo, el embalaje de los productos y la visualidad para su venta, hicieron del diseño una herramienta fundamental para estas y otras industrias.

«En el país se comenzó a hablar de identidad corporativa. El turismo, como locomotora de la economía, necesitó identificar los nuevos hoteles, diferenciar las cadenas. Y pensar coherentemente, desde los espacios, hasta la indumentaria y el vestuario de quienes trabajaban en estos lugares”, explica Gisela Herrero.

ZONAS DE ABORDAJE

Unido a la cotidianidad y con el paso del tiempo, el diseño encuentra un nuevo espacio en el sector no estatal. zonas de actuación que van desde el diseño gráfico y hasta el industrial.

«Cualquiera que ha puesto un restaurante o ha decidido emprender un negocio está buscando diferenciarse. Ya sea desde la visualidad, el nombre, un símbolo, el mobiliario, las ofertas, o todos estos elementos juntos. Se está logrando un escenario fértil que les ha permitido a los diseñadores abrirse camino», asegura Herrero García.

La industria se ha ido recuperando y un espacio que destaca son las confecciones textiles. La especialista, asegura que hay muchos diseñadores de vestuario pensando la ropa y la indumentaria del hombre y la mujer, del niño y de los ancianos como valor de identidad.

«Cada vez hay más personas preparadas y ocupadas por tener lo nacional en el vestuario del cubano. Hay que vestir más parecido a nuestros colores, al contexto donde hacemos la vida todos los días y que no haya diferencias», agrega la jefa de la Ondi.

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XIV Semana del Diseño

El diseño, como valor agregado, dignifica el mundo objetual y visual. Por eso estimular una creación implica responsabilidad. Gisela, como receptora de imagen, se preocupa mucho por el hecho de cómo nos estamos viendo desde dentro.

«En un escenario mediático y de comunicación como el actual, hay que ofrecer contenidos con mejores visualidades, con la visión de estos tiempos, con discursos y códigos contemporáneos. Tenemos que construir una imagen sólida y que se parezca más a nosotros como nación. Es necesario ser más proactivos. El diseño tiene ese valor y hay que comunicarlo, desde una taza de café, una silla, un vestuario. Todo porta ideología».

MIRADAS Y RETOS

«El diseño tiene que estar insertado cada vez más en los diferentes sectores de la economía, en la industria, en la cultura, en la política. A veces me da la impresión de que no ocurre con la celeridad que se necesita, pero creo que es una señal positiva que los diseñadores estén presentes en los equipos desarrolladores», asegura Herrero.

Cada día son más los jóvenes que se gradúan de la academia. Al cierre de mayo, la Oficina contaba con más de 2 400 diseñadores en el Registro Nacional, una cifra que coloca al país en condiciones de usar a esos profesionales de la mejor manera.

Pero lograr resultados de calidad implica también trabajar en equipo e involucrarse con otros saberes. Materias como la economía resultan fundamentales para entender la responsabilidad que tiene un diseño en la consolidación de un proyecto.

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Gisela Herrero Garfcia, Jefa de Oficina Nacional de Diseño

«No hay manera de diseñar sin la economía. El diseño agrega valor a productos y servicios y esto es algo que todavía muchas personas no entienden. Es una inversión no un costo. Se habla de gastar en diseño cuando debiéramos invertir en diseño. Ese giro, entenderlo desde los otros 180 grados sería muy importante para impulsar el desarrollo.

«Desde la actividad hay que provocar las mejoras para el país. Falta empujarlo desde la industria, desde la cultura, desde todos los lugares donde tiene que abrirse espacio. El diseño tiene que ser responsable con el medio ambiente, con la cultura que defiende y tiene que identificar el valor del proyecto cubano», explica Herrero García.

El diseño en Cuba aboga por encontrar cada día más espacios de consolidación. Lograr su aplicación a niveles industriales masivos es la única forma en que podrá ser decisivo para el desarrollo del país.

Tomado de Granma