Diseño y ciudades del siglo XXI
Por Alejandro Ojeda Hernández
Las exigencias que impone un mundo que se debate entre el crecimiento de la población en las ciudades, la tendencia al consumo desmedido y el acelerado ritmo del cambio climático, con su secuela de devastadores fenómenos naturales, exigen nuevos planteos en torno a la necesidad de un desarrollo económico y social verdaderamente sostenible. Ante estos desafíos, adquieren especial interés los temas relacionados con el diseño urbano y el hábitat de nuestra especie biológica.
Estudios realizados por la Organización de las Naciones Unidas¹ indican que el 55 % de la población mundial reside en ciudades, y se prevé que esa cifra aumente hasta un 68 % en el año 2050. Según plantea Raquel Pelta, profesora e historiadora del diseño, “se asiste a un proceso de reurbanización, que entraña la concentración de la población en grandes centros de actividad y emisión de información, con una extensión espacial y conexión de oficinas, empresas, residencias y servicios entrelazados por infraestructuras físicas y virtuales”.²
Tal circunstancia obliga a un replanteo del diseño del espacio público, para adaptarse a las transformaciones que demanda este crecimiento. Ello implica una visión holística de los espacios, que tomen en cuenta, entre otros, los procesos de reciclaje y reutilización de los recursos que se convierten en desechos, y la disminución del consumo energético, con la finalidad de reducir el impacto medioambiental.
Ya desde los años 90 han surgido grupos de trabajo que brindan información sobre el diseño y las cuestiones medioambientales, como la EcoDesign Foundation en Australia, o la EcoDesign Information Platform en Austria. En ese sentido, se observa la tendencia al diseño de productos de mayor vida útil y durabilidad, una optimización del ensamblaje que favorezca las posibilidades de reciclaje; así como la necesidad de conceder un peso definitorio al uso de materiales sostenibles que pongan en relieve el valor del medioambiente, y el desarrollo de productos más conscientes y éticos que respeten los límites y capacidades del planeta que habitamos.³
“Las ciudades serán realmente eficientes y eficaces cuando logren la sostenibilidad desde una visión integral que incluya lo funcional, lo estético, lo cultural, lo político y lo social.”
Sin embargo, la sostenibilidad no ha de alcanzarse solo sobre la base del aprovechamiento de recursos o la reducción del consumo energético. Las ciudades serán realmente eficientes y eficaces cuando logren la sostenibilidad desde una visión integral que incluya lo funcional, lo estético, lo cultural, lo político y lo social.
Estos enfoques conllevan un abordaje en el que la integración de saberes será factor esencial, pues se requiere el trabajo conjunto de los profesionales de la arquitectura, el diseño industrial y de comunicación visual, para el desarrollo de proyectos que permitan mejorar la vida cotidiana y superar los problemas de movilidad e inseguridad de las personas en los espacios urbanos. De tal suerte, el diseñador debe observar otros campos y ciencias que le permitan adquirir una visión holística.
Es oportuno referirnos a los trabajos desarrollados por Hugo Macdonald, quien enunció el decálogo de cualidades básicas para una ciudad del siglo XXI conocido como “Los diez mandamientos de la ciudad habitable”. Según el mencionado decálogo, las urbes deben satisfacer los siguientes requerimientos: presencia de vegetación, derecho al uso de los espacios públicos, con facilidades para su disfrute y el intercambio entre las personas, adecuado balance entre espacios interiores y exteriores, adecuados sistemas de transportación, señalización para habitantes y visitantes, entorno favorecedor de la cultura y las artes, seguridad, y pertinente integración de lo antiguo y lo moderno.
“El diseñador debe observar otros campos y ciencias que le permitan adquirir una visión holística.”
Además de estas cualidades, otros elementos también impactan el futuro de los desarrollos urbanísticos y el replanteo de las infraestructuras en las ciudades actuales. No podrá soslayarse, en modo alguno, la adecuación de los espacios urbanos tanto privados como públicos a las condiciones de una nueva normalidad postpandemia, que obliga a reconsiderar hábitos y estilos de vida.
Cambios sustantivos en el diseño de las ciudades a lo largo de la historia han sido consecuencia del surgimiento de enfermedades y el miedo a la infección. La gran epidemia de cólera que invadió Europa en el siglo XIX determinó el desarrollo de las redes de calles y el surgimiento del alcantarillado. Por su parte, la estética modernista, que trajo aparejados el uso de paredes blancas y pulidas y la atención a la iluminación y ventilación natural, surgió como un modo de reducir los contagios por la tuberculosis.
En este sentido, se ha desarrollado el concepto de “ciudad resiliente”, como una respuesta adaptativa a episodios de estrés extremo. La idea de resiliencia se ha asociado a catástrofes de origen natural, huracanes, inundaciones, terremotos, etc.; aunque no cabe duda de que después de la pandemia de COVID-19 se ampliará a catástrofes virológicas o bacterianas de alcance global.
Como resultado de esta traumática experiencia, se demanda superar los retos de la habitabilidad en el diseño de ciudades más asépticas donde las personas buscarán adaptarse a condiciones de mayor distanciamiento o, dicho de otro modo, de una cercanía segura.
Entre los desafíos que deben afrontarse, los expertos exponen la necesidad de tomar en cuenta nuevas formas de transitar, la reducción del contacto de las manos con las superficies, condiciones saludables de ventilación que garanticen una habitabilidad cercana con constante renovación del aire, y la búsqueda de una mayor relación con la naturaleza. Asimismo, Alan Fox, director de Diseño Gráfico de la sede Viña del Mar, insiste en la importancia de considerar, en el diseño de interiores y espacios públicos, el empleo de nuevos materiales para el revestimiento de superficies, a nivel de la nanotecnología.⁴
Nuevos conceptos asociados a esta problemática se relacionan con el desarrollo de las llamadas smart cities (ciudades inteligentes), en consonancia con los principios de la economía circular, en que la automatización de ciertos procesos (puertas, ascensores, interruptores de luz y controles de temperatura activados por sensores) favorezca la reducción de la huella ambiental, con entornos urbanos más abiertos, saludables, inclusivos e hiperconectados.
Se habla también de un diseño de ciudades policéntricas o ciudades de 15 minutos, en las cuales el trabajo, los servicios de salud, las tiendas y el acceso a opciones culturales y de ocio se encuentren ubicados a menos de 15 minutos del lugar de residencia, evitando los extensos desplazamientos y la aglomeración de personas en grandes centros de actividad.
Otro planteamiento importante es lograr una movilidad activa bajo el concepto de slow streets, asociado al incremento de los carriles para peatones, bicicletas, patinetas eléctricas y otros medios no contaminantes, en los que el espacio peatonal se extienda más allá de las convencionales aceras. Ello aparejado al aumento del ancho de avenidas y a un servicio de transporte público accesible y seguro, de bajas o nulas emisiones de CO2.
De acuerdo con la arquitecta Cristina Mateo Rebollo, la pandemia ha permitido que nos demos cuenta, además, de cuan inadecuado es el diseño interior de nuestras viviendas y espacios de trabajo. Según la especialista, estos últimos deberán ser redimensionados5 y, en el caso particular de las viviendas, será preciso replantear los conceptos tradicionales, con entornos que demandarán espacio para el teletrabajo, y el uso de terrazas y balcones que permitan mayor interacción con el entorno, y niveles superiores de iluminación y ventilación natural.
Los desafíos expuestos requieren intervenciones profesionales de carácter múltiple y a la vez integrado, donde arquitectos y diseñadores tienen un rol significativo en las soluciones. Para ello, de conjunto con todos los actores sociales, será determinante la voluntad política de los Estados y gobiernos, frente al crecimiento de la población en las urbes, el envejecimiento poblacional y el deterioro del medioambiente.
Desde esa perspectiva, la participación ciudadana resulta vital como una vía para la detección de las necesidades de las personas, y para orientar en la dirección correcta el trabajo de planificación y desarrollo de programas y proyectos urbanos. Sin estos enfoques, que desde el diseño adquieren cada vez mayor relevancia, no será posible salvaguardar el futuro de la especie humana y el planeta donde habitamos.
Notas
- Día Mundial de las Ciudades: Las comunidades son la raíz de las urbes sostenibles. Naciones Unidas, 30 de octubre de 2020.
- Pelta, R.: “El rol del diseño en la sociedad contemporánea”, Revista 180, no. 19.
- Grajales, Manuel: “El diseño que viene: ¿Qué retos depara el mundo del futuro?”, Forbes Life, 11 de junio de 2021.
- Fox, A.: ¿Cómo la arquitectura y el diseño darán forma al mundo postcoronavirus?, Universidad Andrés Bello, 30 de marzo de 2021.
- Mateo Rebollo, C.: “La crisis de la COVID-19 apunta a un tiempo nuevo en la ciudad”. The conversation, 7 de abril de 2020.
Descargar Revista Cubana de Diseño La Tiza No. 11