Ernesto Niebla Chalita recibe premio nacional de Diseño del Libro 2019

Ernesto Niebla recibe su premio. Foto: Dunia Álvarez Palacios.
Una copiosa lista de méritos y desempeños se adhiere al nombre de Ernesto Niebla Chalita, merecedor del premio nacional de Diseño del Libro 2019. Integrante fundador del grupo Casa Cuatro y coordinador creativo hasta su constitución en el Grupo Creativo del Consejo de Estado, entre 2006 y 2009; lidereó el Grupo Creativo del Comité Central del Partido y, en 2018, dicha institución se fusionó con la Editora Política y pasó a constituirse en una UEB que actualmente dirige, perteneciente a la Empresa de Artes Gráficas Federico Engels.
Con su firma en títulos relacionados con el Comandante en Jefe, como las Reflexiones (2009), La Victoria Estratégica (2010), Guerrillero del Tiempo (2011), Hasta siempre Fidel (2017) y otros como Cuentos del Arañero (2012) y Monseñor Carlos Manuel se confiesa (2014), Niebla tiene en su haber la investigación y el proyecto del nuevo diseño que hoy se hace realidad en las páginas del periódico Granma.
–¿Cuándo supo que sería diseñador? ¿Cuáles fueron los primeros indicios de que por ahí iría bien el rumbo profesional?
–Aunque dibujé desde pequeño, no tenía una vocación definida. Mi espectro de intereses al final del preuniversitario eran: o ser futbolista o piloto de combate. Precisamente por mi falta de una elección vocacional en onceno grado fui a una actividad de Puertas Abiertas en el isdi, con más desdén que curiosidad, sin embargo, me abrió los ojos al diseño y desde ese día supe que algo tenía que hacer en esa dirección.
–Usted ejerce la docencia. ¿Qué es para usted «enseñar» en diseño?
–Siento que, en la actividad cotidiana, en el trabajo, en el trato con los compañeros traslado el reflejo del docente regular que algún día fui. Enseñar en diseño (y en cualquier rama) implica estar dispuesto a aprender. Sin esa premisa, resulta muy reaccionario ese enfoque que presupone una ósmosis de conocimientos del profesor al alumno. Prefiero hablar de compartir algunos saberes que hoy creo como propios, pero que como bien dice el poeta «a casi todo el mundo le pedí prestado».
–¿Es preciso estar inspirado para diseñar? ¿O es cuestión de “ponerse” a trabajar?
–Bueno, en la visión romántica de la profesión sí; pero en la realidad nunca existe el tiempo para buscar la inspiración. Creo que se acerca más a lo que decía Picasso de que «la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando». Es importante la preparación técnica y la cultura personal del diseñador(a), porque en ella descansa el bagaje intelectual de sus respuestas.
–¿Qué fuerza ejerce un buen diseño en la plena expresión de un contenido?
–El buen diseño es transparente, no procura la atención sobre sí, sino sobre el problema que debe resolver, por ello no luce afectado, no es tendencioso. Los textos los conciben y redactan los escritores, son la base creativa, es decir, la escritura (como componente del lenguaje); pero de la interacción entre disciplinas, entre las que está el diseño, nace el incremento de su rendimiento. Esa es la finalidad del diseño de comunicación visual: incrementar el rendimiento de la comunicación humana y mediática. El diseñador cumple ese rol que Neruda señala en su Oda a la tipografía, de ser «un piloto sobre las olas del lenguaje».
–Usted ha diseñado las páginas de Granma, ¿qué elementos resultaron pautas para ese trabajo?
–El proyecto de Granma (2013-2016) es uno de los más gratificantes. Coordiné un equipo de trabajo de 18 personas y el estudio FontanaDiseño, del maestro argentino Rubén Fontana, y la directora de ese estudio (uno de los más importantes de nuestro continente), la excepcional diseñadora Zalma Jalluf. Durante tres años investigamos a fondo el problema y sus posibles soluciones, pues en comunicación visual, el diseño es la parte visible del iceberg en el que concluyen o se expresan los procesos, los flujos, dinámicas y rutinas productivas de una institución, tal como era el caso. Encarar el diseño de Granma implicó ponderar su importancia por sobre todas las desventajas en que debió realizarse. Creo que el empeño que imprimió nuestro equipo habla del compromiso y la valoración de su importancia. No logramos transformar todo lo que nos planteamos, pero nos planteamos transformarlo todo desde su raíz. Me complace saber que hoy día el maestro Rubén Fontana utiliza el proyecto como referencia en sus conferencias.
–El Premio le llega siendo aún muy joven. ¿En qué medida es Niebla, después de este reconocimiento, un diseñador más responsable?
–Este premio es un aliento impensado. Lo asumo como una distinción al avance de la profesión a la que me dedico. Un estímulo a muchos compañeros y amigos con los que he compartido durante tantos proyectos, tensiones y aprendizajes, y que lo merecen tanto o más. Un premio para quienes han sido y son mis maestros. Un premio para mi familia. Es un gesto que viene a gravitar sobre el trabajo por hacer, como un recordatorio de que no hemos llegado a ninguna parte, que no nos acomodemos, que apenas somos unos aprendices. Ser humilde es mi idea de la responsabilidad.
Tomado de Granma