Palabras inaugurales de la 3ra. Bienal de Diseño de La Habana
Por Gisela Herrero
Seis años han transcurrido desde que la ONDi se lanzara a la aventura de organizar la primera edición de la Bienal de Diseño: un sueño abrazado por muchos en largos años hasta que, un día de mayo del 2016, nos sorprendimos, en la mañana, inaugurando la primera exposición, y en la tarde de ese mismo día de mayo, nos abría sus puertas el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso para la gala inaugural de lo que, aun viviéndolo, no alcanzábamos a creer.
La Bienal, a punto de celebrar su tercera edición, y en medio de una coyuntura bien compleja con las secuelas de una prolongada pandemia, ha sido una suerte para todas y todos los que confiamos en el valor del diseño, como vía para los logros en torno a la prosperidad, la calidad de vida y la cultura material de nuestros países, para Cuba de manera enfática. Es un espacio de intercambios, aprendizajes, de miradas plurales para la construcción de nuestros entornos que precisan ser, cada vez más, amigables, resilientes, sostenibles y tan autóctonos como soberano el país; en ello el diseño, como actividad profesional y desde la responsabilidad de hacerlo posible, tiene un rol que cumplir.
Esta nueva edición se realiza después de dos años en que nuestro país, como el resto del mundo, ha transitado por una compleja situación motivada por los efectos combinados de la COVID-19 y el deterioro de la economía a nivel global. Cuba ha debido invertir cuantiosos recursos en la preservación de la salud y la vida de los ciudadanos, y los efectos globales se acrecientan en nuestro caso al tener que enfrentar los efectos de las sanciones económicas que padecemos desde hace seis décadas. No obstante, y en medio del paulatino retorno a una condición de relativa normalidad, nuestra Oficina ha decidido que es impostergable realizar este evento, por considerarlo de vital importancia en los propósitos a alcanzar, en los que el Diseño ha de aportar, a no dudarlo, al cumplimiento de los objetivos de desarrollo económico y social hacia el 2030.
Así, cada Bienal deja agendas de trabajo, tableros de objetivos para que estos eventos tengan el rédito que merecen los esfuerzos con los que se realizan. Como siempre digo, las Bienales de Diseño las hacen los propios diseñadores, con sus recursos, que en los últimos tres años han sido exiguos, sus energías, sus alianzas y la voluntad de que el diseño esté, cada vez más, al servicio de las transformaciones que nuestra economía y la sociedad toda necesitan para los desarrollos esperados.
Esta Bienal representa un momento de continuidad respecto a la segunda, celebrada en 2019 bajo el lema “Más allá de la forma”; lema que se propuso defender una visión del diseño desde la percepción del usuario, cuya interacción multisensorial con el producto diseñado se traduce en una experiencia tan enriquecedora como el producto mismo. Sus objetivos se dirigían a proponer una mirada al diseño enfocada en la experiencia del usuario, más allá del valor de uso del producto resultante, y propiciar un entorno donde el diseño como experiencia es sinónimo de bienestar.
Esta tercera BDH 2022 se plantea consolidar la relación del diseño con el arte, la arquitectura, la economía y la comunicación, posibilitar el intercambio directo entre el diseño cubano y el foráneo, difundir el trabajo de profesionales y estudiantes de diseño, estimular la implicación de las nuevas generaciones de diseñadores en el proyecto futuro de la nación y promover el valor del diseño en el desarrollo económico del país. Posicionar así, en la mente de profesionales del diseño, empresarios, decisores y las esferas del Gobierno a todos los niveles, que el diseño es una inversión urgente para el progreso de Cuba, indispensable para el mejoramiento de las condiciones socioeconómicas del país en plena situación de pospandemia y la necesidad de aprovechamiento de las industrias creativas ante las limitaciones de gestión, producción, obtención de materiales y mercados.
Experiencias comerciales no han sido objetivos declarados en las dos ediciones anteriores, pero sí de esta tercera entrega en la que, de modo experimental y por primera vez, al grupo de apartados que componen el programa de la Bienal, se suma una expoventa de diseño compuesta por más de 20 colectivos de diseñadores que exhibirán y podrán comercializar sus producciones, con el propósito de mostrar resultados con un enfoque que ponga el saber hacer técnico del diseño al servicio del receptor-usuario, en varias esferas de actuación: mobiliario, luminarias, confecciones y accesorios, gráfica sobre diversos soportes y para diferentes fines.
Sin dudas, los nuevos actores económicos y los diferentes ámbitos donde se desarrollan están siendo espacios fértiles para que el diseño irradie, en servicios y productos, la imprescindible calidad que debe ganar en nuestro país la generación de bienes y servicios. No se puede pensar en sustituir importaciones ni exportar sin tener al diseño y su calidad en la mirada de lo que se proponga cada actor, sea de la industria a gran escala, como del resto de los responsabilizados con las producciones, por muy elemental que sea su propósito comercial.
Se aprecia una comprensión de la necesidad de generar objetos, espacios, ambientes, comunicación visual, mejor diseñados o, más bien, diseñados, porque en lo personal pienso, y lo digo a cada rato, que no hay diseño a medias… El mundo objetual que nos rodea y todo lo concerniente a la comunicación visual, sonora, etc. están signados por un accionar estratégico del diseño, por ello, a veces es más importante el proceso de diseño junto a todas las disciplinas del conocimiento que participan hoy de las producciones de cualquier corte, que el resultado en sí mismo. Ello nos debe hacer pensar en un futuro a mediano plazo donde el diseño, como actividad estratégica si se le gestiona con el mismo enfoque, apunte a contribuir con mayor fuerza y mejor impacto en la calidad de vida y los desarrollos que tenemos como metas.
En esta oportunidad, como en ediciones anteriores, tendrá lugar un evento teórico para el cual contamos con la presencia (ya sea física o virtual, a tono con las actuales circunstancias) de importantes personalidades del diseño internacional, procedentes de España, Italia, México, Argentina, Ecuador, Nicaragua y Suecia. Será el escenario propicio para la realización de un gran evento expositivo en unas 10 sedes de la ciudad donde se muestren proyectos de diseño desarrollados justo en los años de pico pandémico, algunos de los cuales han sido ya implementados en diversos entornos productivos y de servicios en varios espacios de nuestro país.
Por otra parte, tendrán lugar clases magistrales y talleres creativos con la participación de diseñadores y profesionales de diversas esferas del conocimiento, en sintonía con los requerimientos actuales de la interdisciplinariedad y el codiseño como nuevos enfoques de desarrollo.
No es posible en este contexto dejar de agradecer a aquellas instituciones sin cuyo apoyo un evento como este no sería posible. En particular nuestra gratitud a Habana Espacios Creativos, de la Oficina del Historiador, que se ha sumado, sin reparos, a este quijotesco propósito.
Sea pues esta Tercera Bienal un espacio propicio para ir colocando al diseño y su aporte a la vida de los ciudadanos, en el lugar en el cual la industria y los demás actores económicos establezcan diálogos de cara a las alianzas, encadenamientos, tercerizaciones que estimulen una oferta cada vez más variada y de mayor pertinencia en la calidad del diseño cubano, signados por ese eje de pensamiento en el que nos hemos formado varias generaciones de diseñadores, “crear lo bello y lo útil” y contribuir a esa ecuación que nos anima y propone… mejor diseño, mejor país.
En 2016, cuando soñábamos la celebración de una Bienal de Diseño en Cuba, un colega entrañable del equipo gestor de nuestro primer encuentro de este tipo decía: “Parecía imposible ante tantas dificultades llegar hasta aquí, tampoco se dijo que lo fuera, pero lo hemos logrado: ¡Habemus Bienal!”.
Enhorabuena; adelante nuestra tercera Bienal de Diseño de La Habana…