10 agosto, 2020

«Sanas Palabras» 1 de julio

1ro. de julio

Siento la respiración sincopada y profunda de los maratonistas. Este es el tramo más difícil, cuando la meta está lo suficientemente cercana para ser avistada y lo suficientemente lejana, para exigirnos un último esfuerzo. No podemos perder el ritmo, ni relajarnos, ni siquiera podemos pensar en la victoria. Somos maratonistas. Los espectadores empiezan a aplaudir, se anticipan, pero nada ha cambiado, nada, hasta que se pisa la meta.

Hoy es primero de julio y se inicia el conteo regresivo. Hoy es miércoles y la semana que viene el hospital, nuestro hospital en Turín, cierra, al menos por unos meses. Se prepara la despedida, pero nosotros todavía corremos. Hemos venido por una emergencia y nos retiramos cuando cesa. Que la emergencia se suprima es una victoria. Pero aún hay alrededor de veinte pacientes en el hospital, algunos muy antiguos y queridos, como Martina y María, las dos amigas. Un tampón acaba de darle negativo a María, pero Martina aún es positiva. Martina y yo nos escribimos por Facebook. Ella lee mis crónicas, las traduce el señor Google. Me ha enviado fotos de los pacientes “amotinados”, diciéndonos adiós y un pequeño video en donde todos claman al unísono ¡OGR!… Si ella no se cura, la victoria no es completa. ¿No sabremos más del destino de esos hombres y mujeres?

Siempre habrá maratonistas, la carrera nunca termina, somos nosotros los que terminamos, ahora, aquí, para seguir mañana allá, o en cualquier otro lugar. La meta es provisoria, personal, entregamos el batón a otros corredores. Pero dejamos atrás afectos, bellas experiencias, satisfacciones incomparables. Este edificio, alguna vez, volverá a ser un centro cultural recreativo. En la enorme zona roja, despojada de cubículos y camas, se reunirá una muchachada dispuesta a bailar hasta la madrugada. En el escenario, una banda de rock estremecerá las paredes de la OGR y las luces rojas, azules, blancas, recorrerán los rincones donde antes lucharon por la vida enfermos y médicos. Serán mejores tiempos. Pero en algún otro lugar del planeta, los médicos y enfermeros de la Brigada Henry Reeve, iniciarán o terminarán otra carrera. Los que salvan vidas son maratonistas. No hay descanso para ellos. Empiezan a escucharse los aplausos, pero aún corremos. Nunca dejaremos de correr.

Los pacientes del OGR, como los brigadistas cubanos, se preparan para la despedida, pero cada uno se lleva una nueva familia a casa.

Los pacientes del OGR, como los brigadistas cubanos, se preparan para la despedida, pero cada uno se lleva una nueva familia a casa.

Enrique Ubieta