«Sanas Palabras» 6 de julio
6 de julio
Quedan cinco pacientes. Hoy despedimos a Giovanna, la señora de 94 años. Ella esperaba reunirse con su hijo, pero marchará a un asilo para ancianos, de los más caros. Para despedirla, se reunieron en el patio los enfermeros y los médicos que merodeaban a esa hora por las oficinas de la zona verde. Y yo, con mi cámara impertinente.

Giovanna junto a la auxiliar de enfermería.
Ella estaba recostada en su cama, y no paraba de llorar. No quería irse. Los auxiliares de enfermería la consolaban, le pasaban la mano por su cabeza blanca. Tomé fotos que no sirven, su llanto no debe exhibirse, no vinimos a hacer periodismo sensacionalista. Solo rescaté una en la que con ojos llorosos observa a la auxiliar que le tiende la mano. Hay vidas salvadas que claman por otro tipo de salvación. En estos días Giovanna fue nuestra abuela, la de todos. Ahora se va a un hogar con más comodidades, quién sabe. Ella quería ver a su hijo. Martina y María están desoladas, pero sé que son fuertes y se recuperarán. Mañana, quizás, les toque a ellas.
Al mediodía nos reunimos todos en el Árbol de la Vida. De sus ramas cuelgan 176 cintas blancas. El árbol, ahora puedo decirlo, estuvo a punto de marchitarse; varias de sus hojas se secaron. René se fastidió la cintura echándole cubos de agua, pero llovió, llovió mucho, y nacieron nuevas camadas de hojas verdes. No puede morir el árbol que sostiene tantas vidas salvadas.
No hubo discursos hoy, sino un desfile. Cada uno desfiló con su lazo blanco y algunos se abrazaron. Al final tomé una foto colectiva —¿acaso la última? Hoy es el cumpleaños de Norberto Pena Peña, pero de él no nos despedimos. Mañana presentaré su perfil.

El árbol de la vida no se marchitará.
Enrique Ubieta