¿Por qué evaluar el diseño?
Alejandro Ojeda Hernández
Evaluar, del francés èvaluer… comparar, decidir, seleccionar, son acciones que de modo inconsciente realiza cada día el ser humano. Pero cuando se trata de los diseñadores, se vuelve algo consustancial e inevitable. Más allá de la práctica profesional, el ejercicio crítico sobre los objetos y el entorno que nos rodean los acompaña siempre. Como decía nuestro inolvidable declamador Luis Carbonell respecto a su vínculo con la poesía, se convierte en un vicio.
Tal necesidad no podía, por tanto, ser ajena al espíritu de la Oficina Nacional de Diseño (ONDi) desde su creación. Corrían los primeros años de la década de los 80, y un pequeño grupo de profesionales de diferentes formaciones se empeñaba en dar forma al modo de actuación profesional que denominamos Evaluación de la calidad del Diseño.
En aquellos años fundacionales, contaba la ONDi con decididos aliados en su empeño de mejorar la calidad de los productos que se ofrecían al mercado cubano, en tiempos de relativa escasez y racionamiento. Desde su posición al frente del entonces Comité Estatal de Normalización, Leonel Enríquez estaba consciente de que la calidad de un producto habría de verse de modo integral, y que ello no era posible sin diseño. Por otro lado, Leonel Amador, desde el Ministerio de la Industria Ligera, era paladín de la idea de que no debía venderse al pueblo un producto sin calidad de diseño.
Aún se conservan en nuestra memoria las acaloradas discusiones con los productores en el contexto de los procesos de certificación de la calidad y en las comisiones de evaluación, donde estaba en juego el precio de los productos y hasta la continuidad de su producción.
Los 80 fueron años de trabajo intenso, en los cuales los instrumentos y procedimientos para la evaluación se encontraban en un estadio primario, pero que cumplieron una efectiva función en aquellos momentos. Este febril ritmo de acciones cubrió toda una década, aun a riesgo de incomprensiones en la batalla por instaurar entre productores y empresarios la importancia del diseño para lograr altos niveles de satisfacción entre los usuarios, en tanto consumidores.
Hacia lo interno, los 90, aun con la drástica reducción de los niveles de producción, aportan nuevos retos. De una parte, el país modifica sus estrategias de desarrollo, poniendo su mira en el turismo y en el desarrollo de la industria biotecnológica y farmacéutica y de los equipos de uso médico, con un crecimiento de la voluntad exportadora en estos sectores emergentes. Por otro lado, con la creación de cadenas de tiendas para la recaudación de divisas, la presencia de productos importados ofrece a los usuarios la posibilidad de comparación, no siempre con resultados a favor de los productos cubanos.
En este contexto, fue importante la participación de especialistas de la ONDi en los Controles Gubernamentales, organizados en aquellas fechas por el Ministerio de Auditoría y Control a las cadenas de hoteles y de servicios extrahoteleros, y a muchas de las instalaciones surgidas al calor del desarrollo del turismo, así como a las creadas cadenas de tiendas para la recaudación de divisas.
Antes Después
Resultados de la evaluación de la calidad del diseño en el sector de la salud.
Fueron los años en que se recogen los frutos de las primeras graduaciones del Instituto Superior de Diseño (ISDi) y de fructíferos intercambios con instituciones profesionales y académicas de otros países, que motivan nuevos enfoques, el perfeccionamiento de los instrumentos para la evaluación y modelos para el diagnóstico más atemperados al estado del arte de la profesión. Toma valor la importancia de la Gestión del Diseño como modo de actuación profesional, como premisa para garantizar la calidad de productos y servicios. Desde esta perspectiva, se comprende la necesidad de que el diseño se ajuste de modo estratégico a los modelos de gestión integrada de las organizaciones.
De tal suerte, con el devenir del siglo XXI se producen cambios en los procedimientos para la evaluación del Diseño y el desarrollo de instrumentos que, desde un enfoque conceptual coherente, incorpora los saberes acumulados, tanto en la academia como en la práctica profesional, en un Sistema Nacional de Evaluación de la Calidad del Diseño (SNECD).
El desarrollo de esta herramienta, que ha tomado varios años de elaboración a un grupo de especialistas de nuestra Oficina, puede aún presentar carencias, pero es un elemento vivo que se enriquece y modifica a partir de la validación de sus instrumentos en la medida de su aplicación en las diferentes modalidades de evaluación que desarrolla la ONDi, y se pretende que su aplicación, a futuro, pueda ser extensiva a grupos de trabajo a lo largo y ancho de nuestro país.
Para ello, la Oficina cuenta no solo con su equipo de profesionales, sino con los integrantes de su Comité de Expertos y otros profesionales, que se han venido capacitando en la aplicación del SNECD a través de los talleres que imparte la ONDi como parte de sus funciones de desarrollo profesional.
Sin embargo, aun cuando contra viento y marea la evaluación del Diseño se ha desarrollado ininterrumpidamente en los 40 años de labor de la Oficina, no han desaparecido completamente las incomprensiones y el rechazo a esta labor. Debemos reconocer que no han sido muchas las organizaciones que han mostrado interés por la evaluación, y que mucho de lo logrado es debido a nuestra tozudez e insistencia en los diálogos con los interlocutores. En ello, la participación en los Controles Estatales, que convoca y dirige la Contraloría General de la República, ha sido una vía, a nuestro juicio insuficiente; no obstante, los intercambios sistemáticos con las organizaciones objeto de control han permitido generar en estas la conciencia de integrar el Diseño Industrial y de Comunicación Visual a sus procesos de trabajo.

Premio de stand de la empresa de mármoles cubanos Roca Real en FECONS 2017.

Espacios actuales de la Terminal de Ómnibus Nacionales de La Habana.
En una economía de resistencia, con nuestras carencias y limitaciones en la oferta de productos, la evaluación del Diseño debe constituirse en un proceso sistemático asociado a los nuevos desarrollos.
Nuestro país no puede darse el lujo de erogar recursos financieros y materiales en productos que no satisfagan las exigencias y requerimientos de los usuarios. Hoy más que nunca cobran total vigencia las palabras de Carlos Rafael Rodríguez en el acto por el 5to. aniversario de la ONDi cuando expresaba: «si somos capaces de gene-rar productos de calidad para exportar, no tenemos el derecho de ofrecer un producto de baja calidad al pueblo».
En fechas más recientes nuevas luces se avizoran en este afán que nos acompaña desde nuestra fundación. Las alianzas con las organizaciones GEMPIL y GESIME para insertar procesos de evaluación del diseño y participar en la certificación de conformidad de sus sistemas de gestión de calidad son un paso importante.
Pero aun con estas buenas nuevas, no cejaremos en el empeño de alcanzar una visión integral de la Calidad de productos y servicios, y que la evaluación del Diseño sea parte integrante de los Sistemas de Gestión de la Calidad de las entidades. Tal es el reto que se impone.
Una mirada al futuro de la evaluación del Diseño impone el perfeccionamiento de las herramientas y la informatización del tratamiento cuantitativo de los resultados, así como aportar visiones más integrales y estratégicas de la inserción del Diseño en los procesos de gestión, innovación y desarrollo en las organizaciones. Solo de ese modo será posible insertarnos y abrirnos paso en los mercados y contextos más competitivos, para lograr una sociedad próspera y sostenible.
Tomado de la Revista Cubana de Diseño La Tiza No. 10