Para conmemorar el Día de las Personas Mayores
Por Dalvis Bacallao Borroto
Es el calendario, y su inevitable ciclo, ese descubrimiento del hombre que nos orienta, organiza y contabiliza los años vividos. Celebrar las vueltas al sol ha devenido construcción social donde aflora la experiencia como valor añadido al hecho de vivir, fundar y sentir el paso de los 365 días de lo que hoy llamamos año.
Nombrarlos, establecer sus fechas internacionales y mundiales se ha convertido en la manera de recordar, venerar, homenajear y celebrar esas cuestiones inherentes a la vida misma, a lo que nos importa o debe importar a los seres humanos, según nuestros sistemas de creencias.

Las imágenes fueron tomadas por participantes en el Concurso “Cómo quiero envejecer” convocado por el Programa VIAS el 1ro de Octubre de 2018. Foto: Claudia Padrón Gómez
Hoy, el calendario cuenta 30 primeros de octubre desde que se nombrara ese día como fecha indicada para celebrar el Día Internacional de las Personas Mayores, por declaración de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 14 de diciembre de 1990 en la resolución 45/106.
Un aniversario en un contexto imposible de imaginar que nos impone ciertas reflexiones de cara al antes, el después y el ahora que ha tocado vivir a las personas mayores. Es una celebración marcada por la evolución de las necesidades específicas del adulto mayor como concepto, pero aún cargada de estereotipos y prejuicios acerca de la vida de los seres humanos que superan las seis décadas. En los inicios de los noventa, los indicadores demográficos y otras convenciones levantaron las alarmas sobre las consecuencias que tendría la desatención del envejecimiento poblacional en el futuro inmediato. Las estrategias trazadas a escala mundial no lograron el éxito previsto: ni miradas, ni acciones de alto impacto en la consolidación de programas para atender las variaciones aceleradas de la dinámica demográfica.
Es por ello que la resolución 45/106 sintetiza, con el objetivo de designar este Día, puntos de interés que merecen ser traídos al presente como recordatorio de las deudas sociales del mundo con el grupo etario de las personas mayores, y la obligada mirada hacia el envejecimiento y el envejecimiento poblacional.

Foto: Jorge Luis Rodríguez
Con más progresos que retrocesos y razones para festejar el aumento de la esperanza de vida al nacer, la humanidad ha avanzado en la atención al envejecimiento, mas no es suficiente.
Indicadores que denotan el incremento de desigualdades e inequidad en el acceso a los recursos; medios de comunicación que aún no abordan ni reflejan el fenómeno del envejecimiento; estudios aún exiguos sobre el grupo etario de las personas mayores; mitos, estereotipos y prejuicios que, enquistados en las diferentes culturas, impiden el desarrollo saludable de las personas, entre otras cuestiones, sabotean la atención eficaz a los rápidos cambios que ocurren en la dinámica demográfica mundial.
Más allá de la evolución de los estudios, el aporte de nuevos datos y las acciones mundiales luego de esta fecha, Cuba, país envejecido, aceleró la toma de importantes decisiones en cuanto a políticas y programas para dar seguimiento al envejecimiento.
Un paso importante fue la creación en 1992 del Centro de Investigaciones de la Longevidad, el Envejecimiento y la Salud (CITED), institución de referencia nacional para el desarrollo de la Gerontología y la Geriatría, y la formación de recursos humanos dedicados a la atención al envejecimiento y las personas mayores, y la creación del Programa Nacional de atención integral al adulto mayor en Cuba.
Las políticas y acciones desarrolladas por el país destinadas a la atención a este tema exceden el alcance de estas líneas, y no dejan de actualizarse atendiendo a los veloces cambios en la dinámica demográfica y a las condiciones socioeconómicas.
Cuba cuenta con un 21,3 % de la población envejecida ―sobresaliendo como el país más envejecido de la región―, y los índices de fecundidad y natalidad son bajos, al punto de no garantizar el reemplazo poblacional óptimo. Por ello se han incrementado los esfuerzos en la atención estratégica para su sostenibilidad.
Desde la promulgación de los primeros Lineamientos para la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados en el IV Congreso del PCC, hasta los aprobados en el más reciente 8vo. Congreso, no deja de plantearse la atención integral e intersectorial a la dinámica demográfica: “Continuar la implantación gradual, en todos los sectores de la sociedad, de las medidas para atender el envejecimiento poblacional y, en especial, las encaminadas a estimular la fecundidad”.
Igual tratamiento recibe en nuestra actualizada Carta Magna[i], y se refuerza en la vigente Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de desarrollo socialista, cuando expresa: “Las políticas públicas priorizan integralmente la atención a la situación demográfica y el envejecimiento poblacional. Es promovida la cultura del respeto, así como la convivencia con las personas de la tercera edad. Se adecua el entorno urbanístico y los servicios a la población, en particular los especializados de salud y cuidados, a la vez que se fomenta la participación activa de los adultos mayores en la vida social y económica, y el empleo de las personas aptas para trabajar. Se brinda esmerada atención a la fecundidad y la promoción de mecanismos que la estimulen”.

Foto: Diana Díaz Fernández
Sin embargo, el presente nos invita a sumergirnos en análisis más precisos.
Desde los inicios del pasado año 2020, el mundo se encuentra inmerso en una pandemia que día a día nos obliga a reconsiderar qué está sucediendo y para qué debemos estar preparados cuando salgamos de ella.
Las personas mayores, ya consideradas “vulnerables y frágiles” con anterioridad debido a los prejuicios socioculturales ―mito que afecta la salud de los individuos―, se convirtieron en ciertamente vulnerables por el virus que ataca con saña cuando existen comorbilidades en los individuos.
El Sistema de salud cubano, gratuito y universal, desde el pasado mes de marzo del 2020 hace un llamado diario y persistente al cuidado y autocuidado de las personas mayores. Por desgracia, las nuevas variantes y mutaciones del virus nos llevan a reforzar día a día el aislamiento, así como a actuar con extrema responsabilidad. Cuando hacemos caso omiso a las medidas higiénico-sanitarias o cometemos un descuido, es altamente probable que aparezcan afectaciones que ya exceden la vulnerabilidad de este grupo etario: pueden alcanzar a todos los integrantes de la familia.
En nuestro país se promueve la presencia de personas mayores en las labores y gestiones de gobierno y/o comunitarias, en las tareas del hogar, en los centros de trabajo o por teletrabajo, llamando al cuidado, de sí mismo y de otros, en fin, en los más disímiles quehaceres. Incluso en las principales responsabilidades del país están presentes personas mayores con su experiencia y dedicación constante, entre las cuales ―como en la población de todas las edades― hemos tenido también no pocas y sentidas pérdidas.
Los esfuerzos del sistema se duplican ante condiciones sociopolíticas y económicas complejas. El reforzamiento del bloqueo, con medidas cada vez más restrictivas hacia Cuba por parte de los Estados Unidos, la fatiga pandémica, la escasez, el cierre de actividades económicas de importancia como el turismo, etcétera, no han impedido detener la resiliencia de nuestro país. Lo prueba el establecer como prioridad contar con vacunas y medicamentos propios para combatir la epidemia en Cuba o en cualquier lugar del mundo, fruto del nivel científico alcanzado en ramas como la biotecnología.
Ante tal panorama, las condiciones actuales anuncian nuevos retos mediante indicadores que reflejan el impacto ―físico y emocional― derivado, fundamentalmente, del aislamiento social.
En este punto y aunque no sea comparable con la presencia física y la movilidad, es necesario resaltar la importancia que ha tenido el acceso a las comunicaciones, ya sea por vía telefónica o por el uso de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones con sus plataformas digitales.

Foto: Mariana Vila Acosta
Es por ello que este año 2021 la Organización de las Naciones Unidas designa el tema[ii] Equidad tecnológica para todas las edades, en conmemoración de este 1ro. de octubre, en pos de la merecida puesta en valor que ha tenido esta rama del conocimiento y con la aspiración del acceso de todas las personas mayores al mundo digital.
No pocos esfuerzos ha realizado Cuba en tal sentido desde 2019, cuando se hizo posible el acceso de la población a la internet, diversificando el uso de los medios digitales y ampliando las prestaciones que puede ofrecer, atentos al aislamiento generado por la situación epidemiológica que aún sufrimos.
Por mencionar algunos de los avances en la informatización del país, contamos con el poder de operar los servicios bancarios desde los teléfonos móviles; el pago digital de los servicios básicos domésticos; el teletrabajo y el trabajo a distancia en sectores como la educación, las investigaciones, la producción y otros; la asistencia a reuniones online tanto nacionales como internacionales para las investigaciones; la activación de los “psicogrupos” de whatsapp, iniciativa de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana para atender con éxito diferentes problemáticas y grupos etarios como el de los adultos mayores; la creación de grupos de Whatsapp y Telegram para el entrenamiento físico en el hogar; la posibilidad de comunicarnos con seres queridos que se encuentran lejos… y así podríamos mencionar numerosas iniciativas que reflejan el aporte de la utilización de las nuevas tecnologías en el actual contexto.
Es importante destacar el alto consumo de televisión por parte de las personas mayores, mediante la cual se accede a la educación en lo tocante al manejo de la información que proporcionan los medios y plataformas informáticos, a veces no tan confiables.
Más allá de lo expresado, es válido destacar que muchas personas mayores en Cuba, y también de otros grupos etarios, aún carecen de acceso a las tecnologías digitales. Y aunque sea una realidad que traspasa nuestras fronteras donde “las diferencias más evidentes se reflejan entre los países más desarrollados y los menos desarrollados, con un 87 % y 19 %, respectivamente; según muestran datos de 2020 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT)”―según expresa el sitio de la Organización de Naciones Unidas―, nuestro país no deja de realizar acciones para garantizar, de manera escalonada, el acceso de toda la población a dichas tecnologías, disminuyendo así la brecha digital.
Diseño, nuevas tecnologías y personas mayores
A la par de las acciones que desarrolla el país, y enfocados en los principios que rigen las políticas y programas para atender el envejecimiento poblacional en Cuba, la Oficina Nacional de Diseño (ONDi) desarrolla desde hace cinco años el Programa “VIAS, diseño de entornos amigables” en función de la gestión de diseño y desarrollo de productos atendiendo a la demandante dinámica demográfica.
En cuando a las tecnologías de la información y los entornos digitales, en la actualidad estudiamos, investigamos y actuamos de conjunto con el Instituto Superior de Diseño (ISDi), en el desarrollo de productos inclusivos y accesibles para las personas mayores. Nos encontramos profundizando en la disciplina de gerontodiseño que, si bien excede el diseño de comunicación visual, hace énfasis en el diseño preventivo, social y responsable para el desarrollo humano saludable durante el curso de vida, con especial atención a las personas mayores, el estímulo de la fecundidad y la natalidad, y enfocados en el proceso de envejecimiento.

Foto: Yaritza Delgado
Para esta tarea trabajamos junto a otros sectores y disciplinas con quienes nos retroalimentamos a fin de obtener nuevos datos y tareas en pos del desarrollo sostenible de nuestro país, que en el 2030 se pronostica contará con casi un tercio de su población envejecida.
Desde el pasado 1ro. de octubre de 2020 nuestra institución, mediante VIAS, desplegó un Plan de comunicación digital en consonancia con el inicio de la Década del Envejecimiento Saludable 2021-2030 promovida por la Organización Mundial de la Salud, teniendo como objetivo principal la sensibilización de actores y decisores acerca de la situación del envejecimiento poblacional en Cuba, y el combate a las prácticas de edadismo ―discriminación por razones de edad―.
Dichas acciones, ancladas a otros actores y estrategias comunicacionales nacionales y supranacionales, se suman a la lucha contra estereotipos, prejuicios y mitos que influyen negativamente en la construcción de un entorno accesible e inclusivo que permita un envejecimiento saludable para todos y el mantenimiento de la autonomía de las personas. Los trabajos son realizados a partir de la recopilación de datos que traducimos en productos de comunicación visual que han sido difundidos por diversos medios digitales y se alojan en nuestro sitio web y redes institucionales.
VIAS promueve la importancia del rol social del diseño con enfoque transdisciplinario, especialidad que puede aportar valiosas configuraciones de un entorno más amigable para todos. Para ello aprovechamos la tecnología y esta vía digital ―ya usted lo ve― para hacer un insistente, pero necesario, llamado al cuidado y al autocuidado, recordando, como en cada nota, que “envejecer es revolucionar”.
[i] Artículo 88. El Estado, la sociedad y las familias, en lo que a cada uno corresponde, tienen la obligación de proteger, asistir y facilitar las condiciones para satisfacer las necesidades y elevar la calidad de vida de las personas adultas mayores. De igual forma, respetar su autodeterminación, garantizar el ejercicio pleno de sus derechos y promover su integración y participación social.